Marcha en pro de un mejor futuro para los profecionales de la Danza en Chile


“En Julio de 2007, el segundo año de la carrera de Danza de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, organizó una marcha pacífica en pro de los futuros beneficios que se quieren obtener para los profesionales de la Danza, pues tanto en esta rama de las Artes como en otras tales como el Teatro, Audiovisual, Plásticas, etc, sufren la evidente e importante falta de respaldo del Estado o de una institución consolidada que fortalezca el crecimiento y maduración de su creación, desarrollo y producción.
Luego de varias reuniones y la entrega de un informe que se encuentra en la biblioteca de la sede “Espiral”, se hizo el llamado a estudiantes y egresados de diferentes escuelas de Danza y de Teatro, y a quienes quisieran ser parte de esta marcha con la finalidad de generar una instancia de unión entre las instituciones artísticas y el comienzo de una comunicación mas expedita entre estas para estar al tanto de las variadas necesidades o iniciativas como por ejemplo de talleres o montajes y tener un apoyo entre los mismos, quizás desde una futura organización artística “interestudiantil” a la que se pueda recurrir”.

En los países tercermundistas el desarrollo del arte ha sido menoscabado. Junto al menor desarrollo coexiste una falta de medios, intereses y decisiones políticas, pues el Estado, con su sistema liberal, ha priorizado aquellas que no tienen que ver con el Arte. Al mismo tiempo, desde el lugar de los “privados”, la gran mayoría han dado importancia a sus políticas comerciales. El sistema socioeconómico e incluso una buena parte de la sociedad chilena, percibe hasta hoy al artista como inútil e improductivo. Se percibe así porque el sistema considera que la producción artística, sea la que sea, no es digna de transarse en el mercado.

En un artículo de Malucha Solari publicado en la Revista Musical Chilena en 1961, se hace mención a los mecenas y filántropos existentes en Estados Unidos, pero es claro que en la sociedad actual chilena no es posible una relación de mecenazgo. Mientras no se entienda el arte como una necesidad del espíritu y no del mercado, el problema tiene su génesis en la educación.

Debe reconocerse que en Chile no hay instituciones estatales ni privadas que fomenten el desarrollo de las artes, y las que existen, como los “Amigos de las Artes y de los Museos”, entre otras pocas, no abarcan la demanda de ayuda que existe desde las organizaciones artísticas que coexisten en nuestro país. A raíz del mismo problema es que se han generado millones de agrupaciones llamadas “colectivos” que autofinancian su subsistencia de forma creativa, pero al límite de lo denigrante (por las condiciones en que se ven obligados a trabajar) y que hablan del síntoma social sobre la falta de cooperación hacia las artes.

Por otra parte, hay unas pocas empresas privadas que apoyan la creación artística y su difusión, a las que se les puede sumar las becas de la fundación Andes, el peleado Fondart y la Ley Valdés que finalmente no es un privilegio solo para el medio artístico, sino también para instituciones deportivas o de ayuda como la Teletón. En difusión está la revista Impulsos, que es un esfuerzo del área de danza de la División de Cultura del MINEDUC.

En nuestro país no existe una política de Estado que valide la producción artística como parte del progreso del país, como parte del cuerpo de la identidad nacional, como necesidad social y como necesidad personal para el crecimiento y desarrollo de cada individuo.